martes, 7 de junio de 2011

Destellos, quinta parte.

"Era ya la noche larga y penumbra que pesa.
Le llegaba el momento decisivo a la madrugada, ¿acaso era esto el final?

Humeante su respiración e ingrávidas sus pisadas. No fumaba, detestaba las lenguas cenicero. Sería el vaho condensándose. Es cierto que a esas horas, toda esencia, tanto física como sentimental, se halla en descenso paulatino hasta el amanecer. Pero no rompió ningún principio. Tampoco al final.

Intentó una vez más horadar el significado de aquella sensación, fue demasiado pedir para su apariencia febril. Nivel moderado de alcohol en su organismo y música moviéndose en ondas limitantes para la audición. No distinguía las miradas en el origen, para cada una de ellas conseguía identificar algún tipo de comunicación no-verbal, pero nunca un rostro. Ya no vibraba, el pitido era continuado en su oído.

Ahora el agua le resbalaba entre las colinas y los valles de la cara, y seguía lloviendo sin intención de pararse. Ni siquiera a saludar. Como el que de repente suelta una solemnidad o una calumnia. No avisa de que fuera a hacerlo, simplemente dispara y se descarga. Así fueron las nubes con él.

En un estado de euforia contenida se desató su rabia. Con la mala suerte de ir justamente a parar a una de las zonas más sensibles de su labio inferior. Había estado esperando el atardecer con impaciencia y ahora por la noche sufría las consecuencias de haber estado rasgando el sabor.


-"¡Ay!, mierda..."


Brotó sangre, y quizás un poco de la desazón interna que le habitaba. Rápidamente cubrió la zona afectada con una película muy fina de saliva, y sintió el escozor de las enzimas actuando. Como en una aparición mística, las luces se le acercaban peligrosamente. La visión estaba nublada, pero el camino despejado. Se entretuvo contando las gotas de agua que salpicaban un pequeño charco y buscó los arrecifes de coral en el fondo. Pero no le quedaba ya nada. Sólo las ganas de seguir consumiéndose, de agotar sus posibilidades, y de reconstruirse una vez más." 


No debería escribir. No debería pensar. Joder, se supone que estoy en temporada de exámenes.
Pero me quema en los dedos. Tengo esas sensación primigenia que me obliga a dejar las cosas a medias para poder sacar estas cosas. Sí, cosas que cualquiera podría haber escrito, cosas sin importancia, situaciones cotidianas y divagaciones de un "pasmao"


Y ya está, hoy paro.


He cogido la mala costumbre de escribir casi a diario, y no creo que eso sea bueno tampoco.
Voy a intentar hacer un parón.
Aunque sea breve.