domingo, 20 de abril de 2014

Behind Blue Eyes.

(...) Anoche volví a soñar con ella. Siempre viene con la misma sonrisa, pero cada vez lleva puesto un vestido diferente. Debe ser difícil eso de ser la chica y que te reconozcan por la canción.
Hay momentos en los que no sé si soy yo el que persigue su perfume o si es ella la que me busca por alguna razón. 
Tampoco sé si la conozco o si se llama Sylvia. Nunca me he atrevido a pregúntarselo. 
No hablamos mucho, y casi todo son monosílabos. Realmente no me hace falta saber más sobre su vida. Porque cuando me dicen lo de 'o estás conmigo o estás contra mí'  yo sé que estoy con ella.
La mayor parte del tiempo que pasamos juntos se funde a nuestro alrededor en paisajes que no sería capaz de recordar. Y si me acuerdo de alguno es porque últimamente me he olvidado de olvidar.
Aún no sé si tiene el pelo rubio o rizado o largo o si tiene pecas o si se pone morena cuando toma el sol. Porque suele jugar a esconderse detrás de unos ojos azul cielo apagado que no me dejan ver más allá. 
Y yo, sinceramente, no tengo prisa por saberlo.

¿Quién querría?

Porque yo no los tengo y no puedo.


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A menudo suelo pensar en si existe algún código de conducta que no se base en la negación y en si de verdad es tan complicado encontrar o crear uno que se pudiera sustentar en la afirmación. Considero que no hay nada más 'legítimo' (se es o no se es, por eso las comillas) que la propia integridad y la coherencia de cada uno. Pero, claro está, entendidas ambas como lo que verdaderamente son. 





Pablo,